El ácido ascórbico, el antioxidante de moda

Ponente: Rafael Botella.

Profesor Titular de Dermatología, Universitat de Valencia. Servicio de Dermatología, Hospital Universitario La Fe, Valencia.


 

Antes de iniciar mi ponencia sobre “El ácido ascórbico, el antioxidante de moda”, definiré lo que es un cosmecéutico. Un cosmecéutico es un termino ideado para aquellos artículos que se encuentran a mitad de camino entre un cosmético y un producto farmacéutico; el primero sería un producto dedicado, exclusivamente, al embellecimiento, sin embargo el cosmecéutico es un producto que incorpora productos biológicos naturales que pretenden, no solamente el embellecimiento, sino también modificar una estructura en el usuario para conseguir esa mejora estética.

 

En el último Congreso de la Academia Americana de Dermatología, celebrado en Miami en Febrero de 2013, la Doctora Lindner intervino haciendo mención a la Vitamina C y subrayó que “los productos anti-edad son compras no negociables, independientemente de cuál sea la situación económica de un país”. En 2011, las cifras de ventas en Estados Unidos de estos productos fue de 2.600 millones de dólares para ese mercado y se auguraba que en los próximos cinco años el gasto se incrementaría en un 20%. Sin embargo, un tercio de los consumidores indicaban que las proclamas sobre esos productos en las que se asegura su capacidad de rejuvenecimiento, no son creíbles en absoluto.

¿Qué debemos conocer sobre estos productos en su labor por frenar el envejecimiento de nuestra piel? Como dermatólogos, primero debemos conocer los cambios que se producen en nuestra piel a consecuencia del envejecimiento y, en segundo lugar, debemos estar informados a la hora de prescribir cualquier producto, ya sea un fármaco o un cosmecéutico para uso tópico, de las moléculas que han demostrado científicamente poseer una capacidad para proteger, preservar y promover efectos en la piel que reviertan los cambios asociados a la edad. Desde este punto de vista, vamos a desarrollar a lo largo de esta ponencia los aspectos fundamentales relacionados con la vitamina C.

La Vitamina C o ácido ascórbico es una molécula hidrosoluble, con capacidad antioxidante, sintetizada por múltiples plantas y animales. Sin embargo, el ser humano no puede producir la vitamina C de manera endógena, por lo que debemos aportarla con los alimentos. La vitamina C se encuentra principalmente en los cítricos, las fresas, los tomates, los kiwis y otros vegetales, como los pimientos rojos o las coles.

Respecto a los requerimientos diarios de vitamina C, en España, con nuestra dieta habitual, cubrimos las necesidades para cualquiera de los grupos de edad y sexo sin ningún  problema. Es importante, sin embargo, tener presente el mecanismo de absorción de la vitamina C. Dicha absorción se produce en el intestino delgado a través de un mecanismo activo, merced al cual se incorporan de forma íntegra hasta 100 mg diarios. A partir de esta cantidad, la absorción es cada vez menor, de manera que con ingestas superiores a los 500 mg al día, se absorbe sólo el 50%, y si ingerimos más de 1gr/día, la cantidad que se absorbe es realmente pequeña. Por ello, las aportaciones de suplementos nutricionales por encima de los 100 mg que necesitamos cada día van a ser muy poco útiles.

A nivel clínico, los dermatólogos conocemos bien la vitamina C por la patología que se presenta a consecuencia de su deficiencia, el escorbuto. Esta enfermedad ocurre en aquellas situaciones en las que un individuo se ve privado de un aporta correcto de vitamina C durante un periodo de varios meses. Las alteraciones que ocurren en el escorbuto, afectan, además de otros órganos, de forma característica a la piel y las mucosas, con hemorragias puntiformes perifoliculares, hiperqueratosis folicular y en la mucosa oral, encías edematosas y friables.

Sobre las funciones de la vitamina C, el ácido ascórbico tiene una importante capacidad reductora en múltiples procesos. En todos ellos aporta los electrones necesarios para estabilizar los radicales libres de oxígeno que de no ser así provocarían daños en múltiples moléculas y de esta forma funciona como una sustancia antioxidante en muchos procesos enzimáticos. Aparte de esta función antioxidante, la vitamina C actúa como cofactor de la hidroxiprolina y la hidroxilisina, que son las dos enzimas responsables de un ensamblaje correcto de las fibras del colágeno.

Como bien sabemos los dermatólogos, el envejecimiento cutáneo se  encuentra relacionado con una fragmentación y disminución de la cantidad de colágeno en la dermis por acción principalmente de los rayos ultravioleta A. Esta alteración del colágeno origina en la piel laxitud, arrugas, poros más abiertos, atrofia de la dermis y cambios en la epidermis que acaban motivando cambios en la  textura cutánea y aparición de discromías.

En este sentido, el ácido ascórbico puede ayudar a evitar la formación de arrugas, estimulando la formación del colágeno, merced a la acción que ya hemos mencionado como cofactor de las dos enzimas hidroxiprolina y la hidroxilisina, responsables de un ensamblaje correcto de la fibras del colágeno. Además, el ácido ascórbico estimula la síntesis del colágeno al activar la trascripción y estabilización del RNA mensajero del procolágeno, y preserva el colágeno ya existente disminuyendo las enzimas encargadas de degradarlo, como son las metaloproteinasas. Por otra parte, aunque en menor grado, el ácido ascórbico inhibe la síntesis de elastina, que se encuentra incrementada en la piel dañada por el sol.

Un artículo publicado en 2001, que recogía los resultados de un estudio realizado durante 6 meses en mujeres post-menopaúsicas de edades comprendidas entre 50 y 60 años, a las que se les aplicaba vitamina C en un antebrazo y placebo en el otro, demostró mediante biopsias tomadas a la finalización del periodo de aplicación, que en la zona tratada con vitamina C existía un aumento del RNA mensajero del colágeno 1 y 3, así como un aumento del RNA mensajero del inhibidor de la metaloproteinasa 1. Esto venía a demostrar que el ácido ascórbico favorecía el aumento del colágeno y disminuía las enzimas encargadas de degradarlo.

En la misma línea, en otro estudio publicado algo más tarde, el mismo grupo de investigadores trabajó con un grupo de 20 mujeres, aplicándoles una crema de vitamina C o placebo en la base del cuello y en las zonas posteriores de los antebrazos durante seis meses. Mediante la evaluación clínica y con improntas de silicona, para visualizar mejor el estado de la superficie cutánea, así como mediante biopsias y estudio histológico y de microscopía electrónica, demostraron una  significativa mejoría clínica de la superficie de cutánea y un aumento del colágeno en la dermis.

Finalmente, otro estudio doble-ciego, realizado con un número reducido de pacientes a los que se les aplicó una crema con un complejo de vitamina C, constituido por dos moléculas diferentes de ácido ascórbico, en una mejilla y únicamente el vehículo en la mejilla contralateral, con evaluación clínica a las cuatro, ocho y doce semanas y estudio histológico final, corroboró los mismos resultados.

El segundo efecto de la vitamina C sobre la piel, es su efecto fotoprotector al ser una sustancia antioxidante. Hoy en día, sabemos, que las radiaciones solares no sólo dañan el ADN produciendo mutaciones, sino que también tienen un efecto importante sobre la piel al producir especies reactivas de oxígeno, que producen daños en múltiples moléculas cuando no son adecuadamente captadas por los sistemas moleculares reductores del organismo. Por ello, cuando hay un exceso oxidativo, hay un fracaso oxidativo y se produce una situación patológica. Esto genera múltiples alteraciones moleculares en la piel, con repercusiones en los melanocítos, los queratinocitos, las células presentadoras de antígenos y un largo etcétera.

Esta es la causa por la que hoy en día los nuevos fotoprotectores que se encuentran en desarrollo no sólo incorporan sustancias que repelen, diseminan o absorben los fotones de las radiaciones electromagnéticas, sino que también añaden elementos antioxidantes como es el caso del ácido ascórbico. En este sentido, es muy interesante la sinergia existente entre la vitamina C y la vitamina E, que permite a la primera ayudar a regenerar a la vitamina E, un potente antioxidante liposoluble, que combate el daño oxidativo de la membrana celular lipídica.

Finalizo hablando del efecto antiinflamatorio de la vitamina C, que suprime la activación de una molécula que es el factor nuclear Kappa Beta, responsable de la producción de varias citocinas que tienen una actividad proinflamatoria. Merced a esta acción se ha propuesto la utilización de cremas que contienen vitamina C tras la realización de procesos que suponen una inflamación cutánea, como son diferentes tipos de láser, o incluso su inclusión en productos tópicos para ciertas dermatosis como la rosácea.